Por
Willy Flores Quispe
Cuando el reloj daba las 10:30 am,
la multitudinaria audiencia del polideportivo rugía, estremecía,
ovacionaba y aplaudía el ingreso de los actores alteños. En realidad cada
momento fue reconocido por el público alteño, los actores sabían que si podrían
ser profetas en su tierra y ello, los motivó a dar sus vidas en cada escena,
sabían que debían entregarse por completo a su gente. Lo supieron más los
antagonistas de los nativos, los españoles colonizadores entraban con la espada
y la cruz, Pizarro y el cura Valverde encabezaban al ejército español de inmediato sintieron la
rechiflada y gritos de enojo por parte del público. La obra se tornaba violenta
llena de acción y un silencio en el
coliseo se sintió a la hora de la muerte de Atahualpa el hijo del sol.
Llegó un momento de la
dramatización de la “ley de pernada” se
refiere a un presunto derecho que otorgaba a los señores chapetones la potestad de mantener relaciones sexuales con cualquier doncella. Es
en ese instante que surge Bartolina Sisa para luchar contra la corona, Sisa en
su andamiaje de comerciante conoce a
Julián y donde finalmente contraen y unen sus vidas.
Los chapetones aun con sus angurrias de
poder y prevalecer su poder colonial no aceptan el mandato y viene a su auxilio ejércitos foráneos donde
se libran luchas sin cuartel. El ejército de Katari no pierde ni un solo combate. Pero la traición
puedo más que el coraje y la lanza capitana de los kataristas, finalmente Bartolina
es encarcelada y Julián Apaza traicionado
es condenado a los peores suplicios, es condenado al desmembramiento o
al descuartizamiento para escarmentar la rebeldía de los indios.
Tupaj Katari es definido por sus
directores María Elena Cárdenas y Willy Flores como teatro ritual, porque se da
vida a dioses y deidades andinas. Los actores interactúan de manera circular y
por ello el escenario no tiene paredes ni un foro referencial, todos los
actores los más de 130 son responsables
de este hecho inaudito e inédito para el
teatro boliviano que revaloriza la historia mítica de la lucha de los movimientos
sociales originarios del Kollasuyu.
En las dos presentaciones, ofrecidas el pasado 4 de Septiembre por el Teatro Albor, asistieron más de 16.000 espectadores llenando el aforo del Coliseo Héroes de Octubre. El público no solo se delito con la pieza teatral sino que además evidencio los sucesos acaecidos en el Cerco de La Paz y el grito emblemático de “Volveré y seré millones”.
La presentación concluye con una
escenificación de la intromisión imperialista, pero fiel a una línea de acción,
la obra en su epilogo revive al espíritu de Julián Apaza con este llega el
Pachakuty y el Jach`a Tata Danzate que es la representación del Dios Wirakucha,
junto a la danza de la sanación se
afirma con total claridad el triunfo del
cerco al colonialismo, del cerco al imperialismo y un grito rotundo “Somos millones”
No hay comentarios:
Publicar un comentario